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sábado, 11 de febrero de 2012

Capítulo 3 - "Imprimaciones"


Narra Alan
—¿Dónde se han metido? —exclamé exasperado—. Ya deberían estar aquí, bueno, ella debería estar aquí.
—Seguro por ahí en un lugar a solas —comentó Seth bromeando y automáticamente le dedique una mirada de pistola, solo para que supiera que no me había hecho gracia el chistecito.
—Hombre, cálmate. No han de tardar fueron a la playa no a México —dijo sentándose plácidamente en mi cama.
Estábamos esperando a que Ema llegara para dirigirnos a su “reunión de iniciación”. Adam la había invitado a salir desde hacía ya tres horas y no habían vuelto. Mire hacia la ventana de nuevo y los vi, venían jugueteando y con toda la calma del mundo.
Entrecerré los ojos. Corrí por el pasillo para bajar las escaleras de un gran salto, y así, poder abrir la puerta antes de que ellos llegaran al rellano.
—Vamos tarde —dije echándome a caminar mientras cogía a Ema por el brazo.
—Espera, espera —dijo ella zafándose—. Aún ni siquiera oscurece.
—Es lo que llevo diciéndole desde hace una hora —contestó Seth saliendo de la casa.
Ella regresó a donde mi hermano y juntos entraron a la casa.  Eso me hizo querer golpear muy fuerte a Adam, pero respiré profundo y los seguí a regañadientes.
Cuando entré estaban los tres sentados en el sofá y habían encendido la televisión.
Esperé a que pasara otra hora pacientemente, sin duda de las horas más largas de mi vida, pero lo logré sin decir una palabra. A pesar de que Adam parecía pegado a Ema por una especie de pegamento invisible.
—Listo, ahora si hay que irse —dije rompiendo el silencio que había creado en todo el rato ahí sentados.
—Sí, ahora sí —dijo Seth ya saliendo de la casa.
—Suerte —le susurró mi hermano a Ema.
—Adiós —respondió Ema ya a mí lado.
Salimos de la casa y nos pusimos a caminar por el bosque, Seth ya nos llevaba gran ventaja, así que pude darme la libertad de hablar con ella directamente.
—Bien, ¿qué hay entre tú y Adam? —pregunte sin molestarme en si sería muy entrometido.
—Somos amigos —respondió ella ruborizándose muy levemente.
Wow, sí que es hermosa. ¿Cómo no me di cuenta antes?
—¿Solo eso? —insistí.
—Sí —repitió ella y sonrió amargamente.
Caminamos el resto del camino en silencio. Cuando llegábamos, todos ya nos estaban esperando…
Narra Ema
Apenas y pise ese el terreno vació que habían elegido para sede de la reunión, Leah se abalanzó sobre mí.
—Oh, cuanto lo siento —dijo estrechándome fuertemente dejándome sin respiración.
—Sentirlo, ¿por qué? —pregunte confundida apartándome de una manera que espere no fuera muy agresiva.
—Pues por esto, ¿estás consciente de que a partir de ahora eres como un punto muerto? Genéticamente hablando, claro —explicó de manera que parecía querer darme una cachetada por no estar llorando y pataleando por aquel “terrible” hecho.
—Sí, pero ser madre nunca figuro en mi lista de prioridades Leah —dije con sinceridad.
Los chicos suspiraron en coro.  Supongo que pensaban: “Una menos con quien lidiar” Reí ante su inminente alivio.
Leah extrañada de mi forma de pensar regreso a su lugar, a un lado de Jake.
—Está considerando esa cachetada después de todo… —intenté adivinar.
Todos quedaron entonces divididos en dos grupos: Sam, Paul, Jared, Colin, Brandi y otros chicos a los que no conocía del lado izquierdo;  Jake, Embry, Quil, Leah, Seth y Alan en el derecho.
—Esto es simple. Solo tienes que elegir a que manada quieres pertenecer —dijo Sam con una voz profunda.
Sentía como me hacía chiquitita ante todas esas miradas posadas en mí. Evalué mis opciones durante un segundo, aunque no había mucho que pensar, de un lado estaban todos aquellos con los que había crecido. Del otro, aunque conocía a Jared, Paul y Sam, la mayoría eran desconocidos para mí.
—Supongo que me voy con Jake —contesté bajando la mirada.
—Bien, entonces serás de su manada.
Manada… era extraño. A mí me parecía más bien una familia. Me acerque con ellos, me recibieron con los brazos abiertos así que aproveché para saludar a los que aún no había saludado. Cuando termine, sentí como unas manos me rodeaban por atrás, era Alan.
—Bien, ya verás que no te arrepentirás de tu decisión -me dijo en un tono demasiado alegre que me pareció extraño por una milésima de segundo, ya que después solo era consciente de sus brazos rodeando mi cintura.
—Ajam… —conteste, era raro que Alan me tratara así.
—Ven —dijo jalándome hacia el bosque de nuevo.
—¿Pero no debemos…? —objeté volteando a ver la pequeña “reunión familiar”.
—No, ya se van todos. Ahora solo Sam y Jake hablaran de cosas sin importancia que quieren hacer ver importantes —dijo jalándome con insistencia de la mano.
—Bien —dije cediendo.
Caminamos un rato hasta adentrarnos bien en el bosque, no tenía ni la menor idea de a dónde íbamos.
Antes conocía esos bosques como la palma de mi mano, pero aparentemente había perdido la práctica. Por fin, después de un rato caminando, llegamos a un lugar limpio de árboles- como en el que habíamos estado hacía un momento- se veían las estrellas con claridad, había un tronco grueso en medio de este lugar, nos sentamos ahí.
—¿Y bien…? —comencé intentando romper el hielo.
—Pues, quería hablar contigo —dijo mirándome a los ojos.
—Bueno, te escucho.
—¿Qué tanto sabes de imprimación? —preguntó traspasándome con unos ojos llameantes que me hicieron perder por un instante del mundo. Regresé justo a tiempo para que él no lo notara si quiera.
¿Imprimación? Había oído esa palabra antes, la usaban mucho en las leyendas que se contaban en la Push.
—Pues, es una unión muy fuerte —dije sintiéndome como una niña que le respondía al profesor de matemáticas—. Y, según Sam, es para asegurar que el gen siga expandiéndose.
—Exacto. ¿Sabes que es común? ¿Qué no se controla? ¿Qué las personas involucradas terminan… enamorándose?
—Sí, sí y sí. Pero no entiendo, ¿me trajiste aquí para darme una lección de imprimación?
—No, te traje aquí para decirte que estoy imprimado.
¿Y a mí que me importaba? ¿Qué era él como para querer saber que estaba imprimado? Sin embargo, en el fondo una sensación extraña me contesto la pregunta. Un sentimiento afloraba desde mi corazón y se esparcía por cada parte de mí, mi mente lo identifico como… celos. ¿Celos? ¿De qué? ¿De la chica que fuera a tenerlo para siempre?
—Qué bien. ¿Quién es? —pregunté mirando hacia el suelo, ya que no quería que notara que sentía en mi interior.
Sentí su mano en mi barbilla, sentí como me hacia levantar la vista y verlo a los ojos. Pero con ese contacto despertó un cosquilleo que recorrió mi ser como lo había hecho el contacto con Adam, pero de una manera algo diferente. Igual de fuerte, pero diferente.
—Pues, de… ti —contestó acercándose cada vez más.
Vi sus intenciones, quería besarme. Sin embargo me había quedado en shock con la última revelación, así no podía moverme para evitarlo. Pero, ¿en realidad quería evitarlo? ¿Quería que él no lo hiciera?
Mi mente, mi sentido común me decía que me alejara, me repetía que él era hermano de mi centro de gravedad, que eso no estaba bien. Mi corazón, por otro lado, me decía que él me quería de buena manera, que debía dejar que lo hiciera, que quizás después de todo también yo le quería…
Si, le quería. También sentía algo así por Adam o incluso más fuerte. ¿Qué quería decir eso? ¿Me sentía yo de la misma manera que Alan, pero con su hermano? ¿Qué estaba ocurriendo?
Tenía tantas preguntas y los labios de Alan muy cerca como para poder pensar. Todo se volvía un remolino sin sentido. Era como una puerta cerrada, algo de lo que simplemente no podías escapar, y aunque intentas con todas tus fuerzas hacerlo, sabes que no lo lograras. Estaba condenada a esto.
Los quería a los dos. Adam era mi impronto y yo la impronta de Alan, esto casi nunca suele pasar ¿o nunca?
Los labios de Alan estaban cada vez más cerca de los míos y pude sentir como su respiración estampaba en mi cara en ese momento…
Simplemente ya no pude pensar más. Sus labios estaban sobre los míos. Él intentaba hacerme reaccionar, hacer que mis labios se movieran con los suyos, pero yo no podía. Yo estaba en shock. Pero en el instante que pude sentir su aliento cálido, todos mis intentos de resistencia se vinieron abajo.
Empezamos a besarnos con una sincronía perfecta, mis brazos subieron para sujetarse a su cuello y atraerlo más hacia mí.  Él percibió mi cambio tan repentino de ánimo comenzó y con besos algo más apasionados, besos que deberían estar prohibidos. No podía pensar en nada que no fuera él cuando me besaba de esa manera. Se le escapo una risita y se apartó por una décima de segundo antes de volver a besarme.
Gracias a ese descanso, fue que pude reaccionar. No me había dado cuenta de que habíamos caído al suelo, él yacía encima de mí pero yo no soportaba su peso. Le di un empujón lo suficientemente fuerte como para apartarlo de mi camino y poder levantarme.
Su cara dio un cambio total, paso de felicidad a confusión.
—No puedo —dije de espaldas a él.
Y era cierto, no podía. No podía estar haciendo esto, no podía traicionarle a él. Aunque pensándolo bien Adam y yo no éramos nada, aun así había algo en mi interior que me decía que esto había estado mal de muchas posibles formas.
—¿Por qué? —pregunto Alan incorporándose—. ¿Papá te regaña? —bromeó y sin embargo su voz sonaba tensa y preocupada.
—Pues… —balbuceé sopesando en si decirle o no.
—Vamos, puedes decirme —me animó.
—Estoy enamorada de tu hermano —confesé, dejando claro todo.
Su reacción fue automática. Era una sorpresa exagerada, demasiado intensa. Me asusto tanto que no pude hacer otra cosa que retroceder un par de pasos. Eso le puso alerta.
—Lo siento, no debí dejar que esto se extendiera —le dije. Me sentía horriblemente culpable.
—¿Qué-tú-que? —preguntó mientras trataba de recomponer su cara. Misión imposible, estaba convertido en un mar de decepción, sorpresa y furia.
Sus ojos perdieron enfoque por un momento, al siguiente parecían dos llamas  avivadas, pero eran dos llamas acuosas. Pareció como si un meteorito le hubiera aplastado el mundo de repente.
—Estoy imprimada de él, así como tú lo estás conmigo —dije y noté como la comparación que había hecho le molestaba de sobremanera.
¿Imprimada? Entonces todo me sonó tan lógico. Sí, estaba imprimada de Adam.
—No-puede-ser —dijo separando las palabras—. No lo creo... Imposible.
—La verdad, no estoy mejor que tú. Ni siquiera lo sabía, no hasta ahora, que tú me has recordado eso de la imprimación —empecé un poco confundida mientras en mi cabeza las piezas del puzzle iban encajando—, Pero fuiste tan rápido que no me diste el tiempo de pensarlo, razonarlo y decírtelo.  No quiero lastimarte —terminé con una voz apagada y frágil, parecía apenas un susurro.
—No lo sientas, él que lo va a sentir es otro —dijo mientras se incorporaba y seguía el camino por el cual habíamos entrado.
—¡Espera! ¡¿Qué piensas hacer?! ¡Alan! —le grité mientras iba detrás de él e intentaba seguirle el paso.
A los segundos ya no estaba siguiendo a un humano, estaba siguiendo a un enorme lobo de pelaje color negro azulado. Era tan intenso que casi no se identificaba entre la noche y el bosque. Lo perdí de vista en cuanto me descuide. Y entonces no me dejo otra opción, tuve que transformarme.
Ya no había un lobo en el bosque, éramos dos. A la vista de un humano sería una persecución, pero en realidad era una loba corriendo detrás de un lobo a quien le había roto el corazón hace un minuto atrás y que la verdad no tenía ni la más remota idea de lo que iba a ser. Algo estaba claro, no sería nada bueno.
De pronto me di cuenta de que podía escuchar sus pensamientos y el los míos,  había olvidado ese pequeño detalle. Ahora que me había unido a la manada de Jake, y debido a que él también pertenecía a esta, nos podíamos comunicar mediante esta especie de telepatía.
—Adam, siempre él —pensaba el lobo mientras gruñía—. Lo voy a matar. Maldito bastardo…
Oh, no.
Los pensamientos de Alan llegaron solos a la conclusión. Iba a por Adam. Y estaba en mis manos evitarlo, no podía permitirlo. Ellos eran hermanos y por mí no iban a pelear.
El solo hecho de pensar que Alan atacaría a Adam hacia que se me pusiera la piel de gallina. ¿Y sí Alan lo lastimaba? Un licántropo enfadado no era muy agradable y mucho menos seguro, incluso para él mismo.
Ahora menos que nunca podía dejar que se desencadenara una pelea, que bien sabía estaba ganada antes de siquiera comenzarla, y menos por semejante estupidez. No lo haría.
Comencé a correr con todas mis fuerzas, ya lo estaba alcanzando y no pensaba perderlo de vista, no de nuevo.

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¡Hola! Aquí el tercer capítulo, es más largo por que uní 3 y 4 como regalito.
Espero aque esten bien y comenten, comenten :D
TEAM A&A